Sara sánchez oliva

19/12/2020

Si alguien me preguntara lo que  supuso para mí el instituto, no concluirá en una  sola palabra, frase, e incluso en un único pensamiento. Es mas bien una mezcla de  contrarios, los cuales se enlazan en mi memoria.  

Es más sencillo hablar de lo positivo, como es el caso de amistades que duran a día  de  hoy,  y  que, a lo mejor,  de  una  forma inocente e incrédula,  pienso  que estarán  conmigo muchos mas años. Pero claro, las experiencias peyorativas por las cuales  he  pasado, me  han  moldeado  para  resultar  en  lo  que  soy.  De  alguna  forma,  plantearía  esos  años  de  instituto  a  través  de  un  suerte  de  idea  de  ying,  y  yang.  Aunque mucho más  simple,  e incluso  calificandola  de  barata.  La  comparación  se   debe  para  ejemplificar  esta  concepción  de  contrarios,  que  aún  siendo  diferentes,  son necesarios el uno para el otro, confluyendo entre ellos. 

Es curioso como al mirar atrás, uno se da cuenta de que esas constantes elecciones  que  se  debían  hacer  en  esos momentos,  las  cuales  parecían  tan  decisivas,  con  el  tiempo  poco a  poco, esa  presión,  y agobio,  se  va  diluyendo. Entiendo a  través  de  una visión mas alejada, que los institutos, tanto para la bueno, como para lo malo,  se presentan como una burbuja. Una suerte de pequeño ecosistema, que tiene sus  normas,  sus  ritmos,  y  sus  eventos.  Dentro  de  este  pequeño  mundo,  cada  cual  intenta  actuar  en  relación  a  quien  cree  que  es,  pero  hay  una  amalgama  de  pensamientos que nos invaden, y no dejan fluir a nuestro yo real. O al menos es lo  que  sentí  durante  mis años  de  instituto.  Una  sensación  de  constante  confusión,  junto  con  la  presión  por  elegir  cosas,  que  a  priori,  parecían  decisiones  cruciales  para mi vida futura. 

En general, aunque puede que haya expresado mas desconformidad, creo que las  cosas buenas pesan más, y sobre  todo se aprecian con los años. El instituto es un  paso  necesario,  no  solo  a  nivel  educativo  o  formativo,  sino  como  un  tiempo  ambiguo. A la larga sirve como un pequeño microcosmos social, donde aprendes el  funcionamiento de la comunidad, que más  tarde habitarás,  formando parte de un  todo. Por ello, debes ser consciente de lo que suponen tus acciones y la repercusión  de estas.  

Al igual que una mariposa antes de serlo, la cual se cuelga de una rama con el fin de  tejer su crisálida, entiendo el instituto como esa rama, que sirve de sustento para  todos  aquellos  que  quieran  tejer  su  crisálida,  ya  que  es  un  periodo  de  cambios  constantes.